Por Julio Disla
“No se puede dignificar el periodismo desde el acomodo ni desde el silencio.”
Fui uno de los ideólogos de la corriente periodística Marcelino Vega, siendo parte de la primera directiva que alcanzó en el viejo Sindicato Nacional de Periodistas Profesionales (SNPP) que encabezaron Osvaldo Santana y Héctor Rafael Peña en 1981. El MMV surgió con la aspiración de construir una nueva conciencia gremial, ética y combativa. Pero hoy, esa corriente ha sido asaltada y convertida en un aparato clientelar por quienes solo ven en ella un medio para ganarse la vida. La han vaciado de ideas, de principios y de horizonte.
De corriente ética a mecanismo de poder
“La Marcelino Vega ya no es una propuesta; es un botín.”
Aquello que alguna vez representó una posibilidad de cambio hoy funciona únicamente como una maquinaria electoral. Su único propósito es retener el control del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP), sin presentar propuestas transformadoras, sin pensar en el porvenir de la profesión.
La consecuencia es visible: el CDP ha perdido su razón de ser para la mayoría de los periodistas. Y eso es grave.
El CDP ha dejado de importar
“¿Para qué sirve un colegio profesional que no defiende a sus miembros?”
Los medios de comunicación no cumplen la Ley 10-91. No transfieren al CDP el 0.5 de la publicidad que reciben, y pagan sueldos miserables, niegan estabilidad laboral, precarizan el trabajo del periodista. Y mientras tanto, la dirigencia del CDP guarda silencio. No hay pronunciamientos, no hay acciones legales, no hay movilización gremial.
En lugar de luchar, sus dirigentes se dedican a mendigar pensiones y cargos públicos. Se han convertido en operadores políticos disfrazados de periodistas. El CDP ha pasado de ser una trinchera profesional a un centro de gestión de favores.
¿Puede ser candidato quien violó la institucionalidad?
“El árbitro se quitó la toga de juez para vestirse de candidato.”
Resulta alarmante que uno de los actuales aspirantes a dirigir el CDP haya sido presidente de la Comisión Nacional Electoral del gremio y, en ejercicio de ese cargo, anuló los resultados legítimos de las elecciones en Nueva York, rompiendo con las normas más básicas de institucionalidad.
¿Con qué autoridad ética puede ahora solicitar el voto de los mismos colegas a quienes despojó de su decisión democrática?
Refundar, no remendar
“No basta cambiar de dirigentes: hay que cambiar de lógica.”
El problema no es solo de nombres, sino de modelo. El CDP necesita una refundación completa, que ponga en el centro la defensa de los derechos profesionales, la formación permanente, la independencia política y la reconexión con las nuevas generaciones de periodistas.
Debemos construir una nueva corriente que rompa con el gremialismo de supervivencia y proponga una agenda de dignidad, autonomía y lucha social.
Llamado final
“Recuperar el CDP es una tarea histórica. No hacerlo es condenarlo a la irrelevancia.”
Es tiempo de que los periodistas verdaderamente comprometidos con la profesión levanten la voz. Que convoquen a una nueva asamblea moral y política, capaz de liberar al CDP del secuestro en que se encuentra. No hay tiempo que perder. El periodismo necesita un gremio que lo defienda, no que lo utilice.