Juan Bosch, en Máximo Gómez: De Monte Cristi a la Gloria, presenta al Generalísimo como una figura excepcional en la historia militar del Caribe y del siglo XIX. Para Bosch, Gómez fue “el Napoleón de la guerrilla”, un estratega capaz de transformar las limitaciones materiales en fortalezas tácticas mediante una comprensión profunda del terreno, del enemigo y de la psicología del combate. Su afirmación de que Gómez “nunca perdió una batalla” no es un elogio desmesurado, sino una síntesis de hechos militares comprobados. Para Bosch, la clave de su invencibilidad radica en su disciplina, su visión estratégica y su capacidad para prever escenarios con una claridad casi matemática. Además, atribuía a Gómez la creación de “una doctrina militar adaptada a la naturaleza del trópico”, basada en el movimiento rápido, la maniobra sorpresiva y una lectura aguda del desgaste económico del enemigo.
Dentro de esta lógica se inscribe la célebre Campaña de la Tea, que Bosch considera no solo un acto destructivo, sino una operación de guerra total diseñada para quebrar la estructura económica de España en la isla. Según él, Gómez convirtió la quema de plantaciones en un método científico de combate: una estrategia de tierra arrasada que debilitó la producción azucarera, provocó pérdidas masivas al poder colonial y aceleró el agotamiento militar de la metrópoli. Bosch subraya que esta acción no fue improvisada, sino “resultado de un cálculo frío y estratégico”, ejecutado con precisión casi quirúrgica.
Esta visión es respaldada por otros historiadores. José Martí, quien conoció a Gómez de cerca, lo describió como “un servidor sin tacha” y lo calificó de “Generalísimo necesario”. Martí enfatizaba su grandeza moral tanto como su genio táctico, resaltando que “nunca puso su gloria personal por encima de la causa”. Para el Apóstol, el rigor ético de Gómez lo hacía tan admirable como su capacidad militar.
Ramiro Guerra y Sánchez, en su Historia de la Nación Cubana, considera a Gómez el comandante más completo de la insurrección cubana: maestro de la guerra irregular, inflexible en la disciplina y extraordinariamente lúcido en la conducción de tropas. Fernando Portuondo coincide y afirma que su genio consistió en “organizar el caos de la manigua en un sistema militar coherente”, dándole forma moderna a la guerra de independencia. Por su parte, Herminio Portell Vilá lo describe como “creador de un estilo militar propio”, comparable únicamente a los grandes capitanes de las guerras anticoloniales del siglo XIX.
Desde esta mirada conjunta —Bosch, Martí y los grandes historiadores cubanos— Máximo Gómez emerge como una figura de dimensiones extraordinarias: invicto en campaña, innovador táctico, estratega profundo, líder austero y ejemplo ético. Su legado no solo transformó la historia militar de Cuba, sino también la teoría de la guerra irregular en América Latina.
Referencias bibliográficas:
Bosch, J. (1977). Máximo Gómez: De Monte Cristi a la Gloria. Santo Domingo: Editora Alfa y Omega.
Bosch, J. (1965). El Napoleón de la Guerrilla. Santo Domingo: Editora Universitaria.
Guerra y Sánchez, R. (1944). Historia de la Nación Cubana. La Habana: Editorial Cultural S.A.
Martí, J. (1993). Obras completas (Vol. 5). La Habana: Editorial de Ciencias Sociales.
Portell Vilá, H. (1952). Historia de Cuba en sus relaciones con los Estados Unidos y España. La Habana: Editorial Trópico.
Portuondo, F. (1975). Historia de Cuba: Las guerras de independencia. La Habana: Editorial Pueblo y Educación.
Víctor Castillo (Charin)M.A.
Psicólogo.
Excelente día!!!
19 de Noviembre/2025.
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